Star Wars - La Nueva Galaxia -
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Mensaje por Narrador Nueva Galaxia Dom Abr 18, 2010 2:03 am


Espacio exterior. Próximidades del planeta Karteekz.


- A-pro-xi-ma-ci-ón al pla-ne-ta en 12.10 - dijo una voz de origen androide mientras emitía unos suaves y ritmicos pitidos.

- Aja, perfecto, ahora necesito una visión previa del lugar de aterrizaje así como un plano detallado del sector norte del planeta - sonó de repente una voz femenina con tono suave y firme.

La pantalla principal de la nave empezó a emitir imágenes y porcentajes a una velocidad alta velocidad.

- ¡Alto!- interrumpió de nuevo la voz femenina- Amplia esa zona -

El ordenador central recogió la orden y al momento la imagen de la pantalla se duplicó.

- Perfecto, aterrizaremos justo en el sector 52 30 del mapa, desde allí no tardaré en llegar a la capital- ordenó de nuevo la voz - fija las coordenadas.

-Co-or-de-na-das fi-ja-das- repitió el ordenador principal- Co-mi-en-zo del a-te-rri-za-je a-u- to-má-ti-co en 30 mi-nu-tos.

La figura delante de la pantalla se dio la vuelta y se dirigió hacía la salida del puesto de mando. La puerta metálica se abrió ante su cercanía y esta se continuó por el corredor principal hacía otra estancia. Una vez allí, empezó a prepararse para el aterrizaje. Primero cubrió su delgado y estilizado cuerpo con una especie de manto que la ocultaba casi por completo, primero las mangas y al momento el resto se deslizó por el torso y las curvas de sus caderas. Se colgó un cilindro metalico al cinturón y tras recoger un comunicador de alta frecuencia y un par de complementos que adosó al cinturón se dirigió de nuevo al puesto de mando.

- Por-fa-vor, dis-pon-gan-se pa-ra el a-te-rri-za-je - sonó de nuevo la voz metálica.

La figura tomó asiento en el puesto de pilotaje y se acomodo allí. El Planeta mostraba un aura verdosa desde su vista en el espacio mientras la nave se aproximaba ya a su atmósfera atravesando los anillos que rodeaban al planeta. La pequeña nave comenzó su descenso impulsada por sus tres motores sublumínicos que expulsaban una luz de color azulado. Su diseño era sencillo, alargada por el frente y achatada desde la mitad hacia atrás con dos pequeñas alas situadas en los costados que servían de timones. Su color azul apagado y su carencia de adornos le daban un aspecto antiguo.

El aterrizaje habitual sin ningún contratiempo. Los repulsores estabilizaron la nave una vez que estuvo a cien metros del suelo y hasta que el tren de aterrizaje tomó tierra. Instantes después se abrió la puerta principal y de ella apareció la figura de su ocupante. Los dos pequeños soles se estaban ya poniendo y un tono rojizo anaranjado cubría el cielo. La figura bajó lentamente por la rampa mientras observaba el emplazamiento. Era un pequeño llano rodeado de bosque y justo detrás de la nave había un gran lago. La figura sacó un comunicador de su cinturón y se dispuso a hablar.

- Cierra las compuertas y activa el modo de bloqueo - dijo la voz femenina muy suavemente.

Al momento la nave cerró la compuerta principal con un ligero estruendo.

- Bien, vamos allá, tengo poco tiempo - añadió mientras comenzaba a andar y se cubría la cabeza con la capucha.                                                                              



CAPITULO I


    La multitud se apretaba en la gran plaza central de Torz, miles de seres de toda la galaxia habían acudido para oír la conferencia del senador Domgaar uno de los miembros más respetados del senado galáctico y representante del planeta. Varios técnicos de comunicaciones estaban revisando los holoproyectores que transmitirían el evento a toda la galaxia, otros tantos hacían lo mismo con los sistemas de iluminación, transmisiones de audio-video, enlaces de sátelite interplanetario y otros tantos elementos necesarios para el evento. En el palco conferencial se apuraban los últimos detalles decorativos con flores autóctonas y pequeñas algas luminiscentes, todo ello para conseguir la solemnidad necesaria. La presencia del Senador obedecía a la presentación de los nuevos planes para la constatación de Karteekz y sus sistema como el planeta-comercio algo que los Zord llevaban buscando desde el fin de la Gran Guerra. El acto que estaba a punto de suceder lo haría oficial.

    El crepúsculo con su cielo anaranjado iba dando paso lentamente a la noche. Los dos pequeños soles que iluminaban el planeta se ocultaban en el horizonte dejando ver la silueta de las cinco pequeñas lunas Colaan que aparecían cada noche para ofrecer su luminosidad. Dos jóvenes, un humano y un zord, avanzaban a paso rápido en dirección a la plaza central.

- ¡Ooohh keppuna!, nos lo vamos a perder -

- Cállate Naise todavía no ha empezado -

- Ya, claro, ¡no pillaremos un buen sitio! - añadió el Zord desesperado.

- ¡Lo siento vale!, tenía que comprar estos suministros que me pidió el maestro. Podrías echarme una mano ¿no? - espetó el Humano

- Ah no, no,no, te encargas de tus cosas solito - dijo Naise sonriendo.

- ¡Esta bien!. Date prisa cara de rana - añadió el humano.

Los jóvenes avanzaron llegando rápidamente a la entrada de la plaza. Los focos y holoproyectores iluminaban, los dispositivos de holomúsica por todos lados, todo tipo de decoraciones festivas, absolutamente toda la zona revosava de vida. Parecía como si todo el planeta estuviese en la gran plaza ceremonial de la ciudad de Torz, la capital. Todos ansiaban la salida del senador que aún permanecía fuera de escena. Una grave voz con tono metálico resonaba através de la plaza con claridad y nitidez impoluta. Un viejo Zord, vestido con una túnica ceremonial propia de su cultura en la que destacaban numerosos adornos de tematica fluvial y colores llamativos, presentaba a los presentes el evento a la vez que enfatizaba la labor del Organo político del planeta que había conseguido aquella mejora socioeconómica. A su izquierda otro zord algo más joven y con las mismas vestiduras mantenía la mirada al frente impasible. A su derecha un humano de mediana edad, con las ropas propias del Senado imperial hacía su aparición y escuchaba las palabras de presentación y las agradecía al mismo tiempo.

- ¡Corre Logan, todavía podemos coger un sitio más adelante!- grito Naise mientras se escabullía entre la gente - Y además con dos preciosidades al lado yijaaaaa!- añadió eufórico.

Mientras intentaba avanzar siguiendo a Naise entre la multitud, inesperadamente un hombre choco contra el humano haciendo que cayeran al suelo los contenedores plásticos que llevaba.

- ¡Eh!, a ver si tiene un poco de cuidado - dijo Logan girandose para mirar en dirección al hombre y agacharse a recoger los paquetes.

Para alguien normal la cosa ubiese quedado en solo un percance. Pero para alguien como Logan, acostumbrado a una perspicacia natural, no fue dificil observar una pequeña placa carmesí con el simbolo del Imperio bajo el manto en el hombro mientras este desaparecía rápidamente entre la multitud.

- Maldita sea...DE NADA!! - añadió mientras recogía dos contenedores de duracero.

Algo hizo que se quedase quieto unos segundos, una sensación, una estremecimiento como si un escalofrio leve recorriese su cuerpo. Podía sentir como se proyectaba una fuerte sensación hacía él, y esa energía, esa emanación de la Fuerza provenía de la dirección hacía la que desaparecido el hombre.

Sin ni siquiera pensarlo el humano dejó lo que estaba haciendo y se abrió paso entre la gente intentando seguir el rastro. Era difícil caminar y la muchedumbre exaltada por la inminente aparición del Senador hizo que tardase unos minutos en apreciar una entrada a un callejón a la salida de la plaza. La extraña sensación se hacia más fuerte a cada paso que daba y al instante estaba frente a la boca de la estrecha y oscura callejuela. Logan sentía que debía caminar hacia el interior.

Con paso firme, empezó a avanzar  y pronto pudo ver una bifurcación a la izquierda. Un grito, vago y dificil de escuchar con el jaleo de la plaza, pero no para él. Echó a correr hacía adelante y pronto pudo ver un muro de piedra cerrando el camino. Allí, en su base, se encontraba el hombre apoyado sobre la espalda e inmóvil. Se acercó cuidadosamente, viendo, esta vez, claramente la armadura roja bajo el manto.
La sorpresa vino acompañada de una prudencia instantanéa pero por suerte su entrenamiento le permitia permanecer cerrado a la Fuerza a voluntad.

- Un Caballero Imperial aquí, ¿por qué? -


El Caballero respiraba con dificultad y tenía un gran cicatriz a lo largo del pecho producida por algo que le había quemado la carne y el duracero a partes iguales, como se podía comprobar por el olor y el color de la herida. También le faltaba la mano derecha que parecía haber sido cortada del mismo modo que se había producido la herida del pecho. Muy despacio el joven se puso de cuclillas junto al hombre y lo examinó.

- Aún respira - dijo suavemente -¿Puede oírme?, ¿qué le ha ocurrido?, ¿quién le ha hecho esto?- preguntó al hombre mientras examinaba detenidamente la herida de su pecho.

- El... el... por el... el.. teja...tejado - dijo el hombre a duras penas y jadeando.

- ¿Por el tejado? - Logan miró hacía arriba, a su derecha, al tejado que se encontraba a 7 metros del suelo.

- Por.. favor... tienes.. tienes que coger lo... recupera... el.. el.. codificador.. da se... da se lo al..al...- dijo el hombre mientras tosia y expulsaba sangre por la boca.

- Tranquilicese - añadió mientras lo tumbaba en el suelo - No haga esfuerzos, yo iré tras su atacante.

El hombre extendió su mano izquierda hacía el joven y este pudo observar una especie de tarjeta plastificada. Se quedó mirándola unos segundos hasta que él hombre hizo un gesto para que la cogiese.

- Recupera... el.. codificador.. usa esta.. tarjeta para.. para.... el jedi... jedi -

El hombre exaló y abandonando la vida. Lentamente Logan se incorporó, mientras se dirigía hasta el borde del muro de la izquierda que daba al tejado. Escudriñando la zona observó algo junto a una caja vieja. La mano que le faltaba al Caballero imperial y que aún sujetaba un cilindro plateado de diseño muy simple con el simbolo del Imperio. Lo recogió y tras examinarlo unos segundos apretó una pequeña placa de encencido por presión. Un zumbido seco acompañado del olor del ozono quemado dió paso a una hoja de color plateado que surgió del cilindro. El humano la observo unos segundos antes de apagar el arma de nuevo y retrocediendo hasta el hombre depositarla en sus manos cruzadas sobre el pecho.

- Descanse en paz, ya es uno con la Fuerza -

Logan alzó la vista en dirección al tejado mientras guardaba la tarjeta que le había dado el Caballero Imperial en una cartuchera en su cinturón de útiles. Al momento pareció volar desde el suelo hasta la superficie del muro, esos siete metros, de manera sobrehumana. Una vez allí miró a los lados, agudizando sus sentidos, abriendose a la Fuerza. Divisó una sombra muy a lo lejos, oculta entre dos de los altos edificios que bordeaban la Plaza. Pero ahora él también era detectable y la sombra comenzó a correr y saltar en dirección al centro de la ciudad. Emulandola, Logan, arranco en carrera a una velocidad impresionante persiguiendola.

No tenía ni la menor idea de lo que estaba ocurriendo, no sabía que era ese “codificador” ni para que servía la tarjeta que llevaba en el cinturón, no sabía los objetivos de la sombra a la que perseguía todo le era desconocido, todo menos una cosa, esas heridas, esa forma de realizar los cortes, esa energía que había presentido y a la que ahora perseguía. Sabía perfectamente que tipo de arma producía esos cortes, lo sabía demasiado bien, y además la palabra que había pronunciado ese hombre: Jedi.

Una cosa era segura, el ser que había atacado al Caballero Imperial utilizaba un sable láser y sabía usar la Fuerza.
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